EDITORIAL - HUELLAS 4

Historias nuevas, historias vejas. La violencia diseminada entre el pueblo para enfrentarnos entre nosotros, desviando la atención una vez más del verdadero enemigo, el explotador. Pero como si estuvieramos en la antesala de los momentos más oscuros de nuestra historia, se disemina tristemente rápido el gen del fascismo. Los medios de comunicación, la grandes corporaciones transnacionales y nacionales y toda la clase política unidas con el mismo objetivo de dividirnos en distintas facciones de la misma cosa. Todos están de acuerdo con este sistema y a lo sumo se proponen modificaciones que de fondo no modifican nada. Que al fin y al cabo continúan esparciendo la miseria por medio de la explotación y reproduciendo la desigualdad social.

Lejos de las alegrías por las conquistas que conseguimos en los últimos años, cerramos un año con mucha tristeza, dolor y la misma bronca de siempre. El asesinato de Mariano Fereyra destapó un conflicto de larga data. Las burocracias sindicales asesinas actuaron una vez más para cumplir su función de cutodios de la rentabilidad empresarial. La represión cuando los trabajadores se organizan no es algo novedoso, pero siempre nos sirve de termómetro. El conflicto de los trenes, ya lo sabemos es histórico, pero ya lo es largamente el problema que el neoliberalismo instaló en lo ´90: la flexibilización laboral. Flexibilización promovida por el menemismo, ampliada y profundizada por la Alianza y avalada en su silencio y sus tergiversaciones discursivas por el kirchnerismo.

La flexibilización es uno de los métodos de reclutamiento laboral más perversos que el capitalismo pudo inventar para tener una masa de trabajadores empobrecida, inestable, acallada, desorganizada y rentable. Y es una realidad problemática innegable en los tiempos que corren para la clase trabajadora. Algo a lo que decididamente nos vamos a tener que enfrentar duramente en lo venidero.

Entre el llanto de niños, la desesperación de padres y madres bajo techos de lona y cartón, sumergidos en el barro, observados con odio incluso por sus vecinos (gente que se olvida que está muy cerca de la misma situación) Soldati fue el epicentro de la indignación para nosotros.

Si no hubiese habido ocupaciones, represión y muertos no hubiesen sido escuchados nunca y serían unos desamparados más, silenciosos, frente a la mirada indiferente de toda la sociedad,  muriendo con las manos vacías y en soledad. Pero es un capítulo abierto todavía con final incierto ya que las promesas de los políticos sabemos que son estratégicas y no con intención de encontrar soluciones.

Tampoco pasamos por alto otra muerte, pero muy distinta, la de Nestor Kirchner. Representante de la política del comienzo del siglo XXI. El pueblo con esperanzas lo lloró en una plaza donde muchos colores políticos se entrecruzaron más allá del que el pertenecía. ¿Qué significó esa demostración popular? El debate podría ser largo, pero lo que nos queda claro es que el pueblo continúa dependiente de liderazgos y representantes impuestos por la propaganda del que tiene más. La clase política es una sola, no importa su color o su dicurso, porque los hechos siempre demuestran lo mismo: las conquistas la consigue solo el pueblo, sin partidos ni dirigentes, no sin antes sufrir de la represión y la muerte.

Lo que demostró esa plaza son las ganas del pueblo de seguir un camino, el de la mejora irreversible de sus condiciones de vida. Todos queremos y necesitamos acabar con los horrores del pasado que se transfiguran en el presente de cientos de formas nuevas pero siempre contra los mismos, osea contra los de abajo. Es importante y respetable la discusión y la diferencia política. Cada uno sabrá elegir su camino, pero no nos olvidemos de nuestro sentido común, de nuestra propia capacidad de reflexión y crítica frente a lo que sistemáticamente nos venden de un lugar y otro por todos los medios que tienen los que tienen poder y riqueza. Esta publicación se hace a pulmón, casi sin recursos, plenamente autogestiva intentando aportar algo a la discusión política que creemos tan necesaria, pero partiendo de la igualdad, sin ningún podio, sin ningún aparato detrás y con un único objetivo delante: libertad, igualdad y justicia para todos. Y es que es eso lo que nos diferencia de cualquier político que diga representarnos por más atractivo que parezca su discurso.

Nosotros diseminados por todos lados luchando por lo nuestro, construyendo el futuro con nuestras propias manos como los nadies que somos entre el pueblo.