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Publicación de la Olla Popular de Parque Patricios

miércoles, 26 de enero de 2011

SINDICALISMO - HUELLAS 4


YO SOY EL TRABAJADOR,
YO SOY EL SINDICALISTA 



Los trabajadores tenemos derechos. Derechos ganados a fuerza de la situación que implica que unos exploten la fuerza de trabajo de otros. Derechos que han sido obligatoriamente incluidos en constituciones, convenios y estatutos con el fin de garantizar la mínima protección al explotado frente a una condición de evidente desigualdad en el ámbito en el que se desarrolla la actividad a la cual pertenece.
Esto es: no existirían razones para incluir los derechos de los trabajadores sino fuera porque por una razón histórica la evidencia de la explotación del hombre por el hombre no se hubiese hecho más que evidente.
Pero entonces, ¿por qué aún viviendo bajo el “amparo” de la ley durante 200 años los trabajadores no han sido capaces aún de  confluir en un programa más o menos común de lucha contra la explotación que acabe con ella? ¿Por qué todavía se piensa con reticencia la idea de plantarse con firmeza frente a las patronales y los gobiernos que las amparan?
Las respuestas probablemente puedan ser muchas y de índoles distintas (medios de comunicación, recursos económicos, terrorismo de estado, etc), pero en este caso nos limitaremos a mirar uno de los aspectos principales: la organización sindical.
Y es que los dueños del poder han sabido hábilmente quebrar y apropiarse de una de las más poderosas armas que pudieron crear los trabajadores: los sindicatos.
¿Quiénes sino han conseguido a fuerza de movilización, acción directa y planes de lucha, combatir la precarización, la super-explotación y todo tipo de aberraciones contra los trabajadores? La organización sindical surgida desde abajo ha sido siempre la punta de lanza que hemos tenido para conseguir las conquistas laborales durante dos siglos en todo el mundo. No se trata de un tipo de organización particular o regional. Se trató desde un principio y en todo el planeta a la vez, de la manera en que los trabajadores cansados de ser pisoteados una y otra vez  pudieron crear una herramienta eficaz para su defensa y al mismo tempo un arma letal para consolidar otra formas de organización social basada en principios básicos para una sociedad más igualitaria: la extensión de la solidaridad obrera, la consolidación de la conciencia política y de clase, la gestión y administración de las actividades laborales, la distribución de la riqueza, la formación permanente y muchas más.
Hasta el momento por supuesto nunca se pudo lograr llegar a fondo con los programas sindicales ya que en la mayoría de los casos, salvo particulares excepciones, las actividades sindicales se han centrado principalmente en el papel defensivo por razones obvias de desigualdad frente al poder principal.
Pero en los vaivenes de la historia por momentos ha tenido el protagonismo que demuestra toda su importancia.
¿Qué otra forma tenemos de defendernos frente a los abusos y el incumplimiento de nuestros derechos fundamentales? Y por otra parte ¿Qué otra cosa más importante puede haber para poder cambiar de una vez el sistema en el que vivimos, que pensar en el diseño y organización de las actividades laborales?
Al sindicalismo lo han herido una y otra vez de heridas que parecieron de muerte, pero siempre demostró ser una herramienta inacabable en lo que se refiere a la organización de las luchas de los trabajadores. Una y otra vez se ha renovado y resignificado a pesar de la mala imagen que le han impreso las burocracias sindicales-patronales que han actuado con una constante violencia e intolerancia en busca de la desarticulación de las luchas legítimas. Las patronales siempre tuvieron en claro que debían colarse en la organización obrera para deshacerla desde su seno. Y así lo hicieron toda la historia haciéndonos olvidar en algunas épocas del verdadero valor que tiene para nosotros estar organizados.
En la época actual está quedando en evidencia una vez más que son los trabajadores organizados gremialmente los que con perseverancia y empuje lograron aunque sea romper mínimamente algunas lógicas que se creían irreversibles.
En la Europa actual las cada vez más masivas huelgas y manifestaciones de trabajadores frente a los planes de ajustes producto de la profunda crisis que atraviesa el continente, chocan con fuerza contra los poderes
instituidos, cuestionando cada vez con mas profundidad la legitimidad de las instituciones tradicionales y proponiendo modelos alternativos de gestión con miras a re-dignificar el papel que cumplen todos los trabajadores en la sociedad como generadores de la riqueza social.
En nuestro continente las centrales sindicales mafiosas de siempre han tenido que verse obligadas frente a las demandas populares a ceder un poco más a favor de los de abajo, como para no salirse del carril dentro de todo el clima de progreso económico y discusión política que se viene gestando desde los últimos 15 años.
Al mismo tiempo y producto de esta toma de conciencia generalizada, en el que siempre fue el patio trasero de EEUU, los latinoamericanos estamos viviendo nuevas expresiones sindicales de base, con organización horizontal y democracia directa, independientes, que tratan de forjar nuevos caminos separados de los “gordos” de siempre.
Existen (y esto lo demuestra la historia permanente con sus cambios) muchas formas de organizarse sindicalmente y queda en cada cual como trabajador elegir la manera en la cual hacerlo. Muchas veces la ortodoxia y la tradición nos confunden los caminos. El sindicalismo “progre” trata de enmascarar toda su actitud de arreo, patoteril y asesina bajo lemas como “libertad sindical” y otros.
Pero al mismo tiempo es cierto que las demás propuestas de base sindicales están en apenas una etapa de experimentación para los tiempos que corren y todavía no han sabido mostrar un actitud combativa pero eficaz a la hora de plantarse frente a los problemas del día a día, con soluciones integrales.
Además también por otra parte tenemos a los resabios más desagradables de los sectores reaccionarios que se atrincheraron en sus gremios al mejor estilo feudal para no perder su cuota de ganancia.
Y es que desde hace muchísimo tiempo el sindicalismo se ha convertido en un negocio millonario. ¡Mantener a las masas contentas con poco es una gran tarea desarrollada por los esbirros de las patronales desde hace décadas!
Desde ahí se fijan salarios y demás derechos laborales. Pisos y techos. Subas y congelamiento. Se confeccionan listas negras y se premia la obediencia.
Ese ha sido el papel de las centrales burocratizadas de siempre. SU FUNCIÓN ES PONERLE LÍMITES AL PUEBLO TRABAJADOR QUE RECLAMA UNA MEJOR VIDA.
El momento actual de revitalización de la discusión política y particularmente gremial en Argentina nos sitúa de cara a una gran oportunidad. Independientemente de dirigencias y liderazgos impuestos, podemos aprovechar el momento del país para construir nuevas formas y trazas nuevos caminos. Con la adecuada canalización de la circunstancias podemos evitar llegar a catástrofes económicas nuevamente para salir desesperadamente a encontrar soluciones. Por el contrario este es el momento para armarnos de todo lo que sea necesario para enfrentar las futuras crisis que vengan mientras vivamos bajo este sistema económico e ir dándole forma a otro nuevo.
Pero más allá de donde y entre quienes nos movamos, lo importante es tener en claro la importancia de la organización. Que no tendríamos 8 horas, ni cajas provisionales, ni horarios de descanso, ni ninguna otra cosa sino hubiese sido por millones de trabajadores que se organizaron durante toda la historia por conseguir esas mejoras, muchísimos aún a costa de sus vidas. Mariano Fererira es el más cercano ejemplo de esto. Son los jóvenes los que saben ahora de vuelta que hay que organizarse y luchar por un sindicalismo que nos devuelva lo que es nuestro.
Las conquistas siempre son de todos, porque nunca nadie desde arriba nos quiso regalar nada. No se trata de dádivas del poder, ni filantropía de ricos, lo que nos corresponde como seres humanos que viven del fruto del trabajo es tener el pleno acceso a lo que nosotros mismos producimos y generamos día a día.
Por lo tanto la lucha es siempre contra el que nos explota, Siempre contra el que nos tiene atados desde arriba y vive de lo que nos roba bajo el amparo de las injustas leyes.
Entre todos, con la experiencia ganada en tantos años vamos a poder desarmar el entramado opresivo al que somos sometidos creando poco a poco, cada uno desde su sector, las bases de otra organización social nueva que nos brinde el bienestar a todos por igual.

Recuperar definitivamente los sindicatos para los trabajadores es la primer tarea.

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