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Publicación de la Olla Popular de Parque Patricios

martes, 14 de diciembre de 2010

Huellas en el barro nro 2 ahora nos toca a nosotr@s


La mujer siempre es objeto de alguien que se considera propietario de su cuerpo avalado por una cultura que lo legitima. La victima aparece como un cuerpo a apropiar.
Si la cantidad de mujeres asesinadas fueran, negros o judíos estaríamos hablando de genocidio, pero como las muertas son SOLO mujeres… ¿que tendrá que ver matar a una persona con la pasión y tenerla de rehén mediante la misma?. El femicidio es el concepto que engloba distintos hechos de violencia -que es ejercida no solo desde las instituciones de poder, sino también a lo largo y a lo ancho de la sociedad fijando así costumbres y/o valores degradando al género femenino- que descansa sobre la inequidad de género caracterizado por la violación reiterada y sistemática de los derechos humanos de la mujer.  Es un concepto que pretende desnaturalizar y desmitificar el concepto de “crimen pasional” para sacarlo del vedetismo o de la burbuja del ámbito de lo privado y trasladar la violencia contra las mujeres a un problema político-social y colocarlo dentro de un marco que se proponga profundizar sobre el tema y apunte a garantizar sus derechos.
El femicidio es también una forma de dominación y disciplinamiento de la mujer.
El naturalizar la violencia cede terrenos a los enemigos más peligrosos: el silencio y la sumisión, estos generan miedo y nos paralizan.
La construcción cultural de género define lo masculino y lo femenino a partir de estereotipos y eso se ve materializado en el código civil y las leyes que dicen ampararnos. Ahí es donde se manifiestan las desiguales relaciones de poder existente entre ambos géneros y se materializan en las formas más crudas de violencia teniendo como eslabón final la muerte.

Esta construcción cultural tiene de protagonista a los medios de comunicación. Son estos los que difunden sobre el imaginario social la cuestión viril, macho patriarcal, es decir, se coloca a la figura del hombre por encima de la mujer y a partir de ahí todo es posible, todo invisible… que muera una mujer, que sufra una violación, que se la secuestre y se la obligue a mantener relaciones carnales a cambio de dinero no es pensado como un problema real sino que es naturalizado quedando así impunes miles de casos que atenta sobre la integridad física y psicológica de una mujer.
Pese a distintas conquistas en lo que pudo avanzar la cuestión de género vemos como todavía la mujer sigue quedando relegada al ámbito de “la casa” sin darle ningún tipo de reconocimiento, padeciendo de esta manera una “doble opresión”; por un lado por la explotación capitalista que además en su condición de mujer se le imponen mayores niveles de explotación, y al mismo tiempo por la opresión patriarcal.

 
Otro punto a destacar es como mediante la imagen de la mujer se abastece el mercado de consumo machista, degradándola así como persona y usándola como una mercancía.
De todo lo antes dicho se desprende la necesidad de la lucha por la liberación de la mujer, organizando la misma sobre una base horizontal y de acción directa para romper nosotras mismas con las cadenas de la explotación y la opresión, pasando a ser sujetos activos en el proceso emancipador y destronando de esta manera la premisa de sujetos pasivos, sumisos y emocionales.





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