El 30 de Septiembre nos sorprendió nuevamente con otro intento de golpe de Estado. Luego del festín neoliberal de los años `90 y la pérdida en el terreno legislativo de los sectores más emparentados a aquella época comenzó a hacerse moneda corriente esta práctica nuevamente. Bolivia, Venezuela, Paraguay y el emblemático caso de Honduras nos enseñaron que frente a la imposibilidad de llevar proyectos económicos por vía parlamentaria, lo sectores más conservadores de América Latina utilizan la fuerza explícita para concretarlos como siempre han hecho.
Por otra parte es de destacar que al margen de los intentos golpistas o como en el caso de Honduras, el triumfo de este, también ya es bien conocida la avanzada militar por parte de EEUU en el Caribe, como en los casos de Haití y Costa Rica, además de la instalación de bases militares nuevas en Colombia.
Todo este panorama nos figura en el plano de dos combates. Uno enmarcado en la puja de proyectos económico-políticos distintos pero no opuestos, que tienen de un lado a los gobiernos progresistas y del otro a la reacción conservadora. Y el otro, el más profundo, tiene de un lado a todos los sectores de poder, y del otro a nosotros, al pueblo y los logros conseguidos en los últimos años.
En el plano local se nos hacen más evidentes todavía estas tensiones.
Una derecha, con el macrismo a la cabeza que va perdiendo poder en la capital federal frente al avance de nuevos procesos de transformación que vienen con la diseminación de organizaciones sociales que poco a poco adquieren más protagonismo y pudieron lograr frenar la aprobación de las picanas eléctricas, el desarme de la UCEP, revertir las bajas de presupuesto (como en el caso de las escuelas), o presionar para la reapertura de paritarias (en el caso de los gremios de docentes), es lo que estamos pudiendo ver.
Todo esto conseguido x medio de la movilización, los cortes de calles, las tomas y las asambleas.
En el plano sindical se destaca la reñida elección de la CTA que tuvo como principales protagonistas a las listas que encabezaron Yasky, alineado más cecarnamente al oficialismo nacional y la de Micheli, dentro del cuadro de Proyecto Sur.
Ambos bandos en la capital sobretodo se están disputando la “banca progresista”, buscando posicionarse firmemente frente a un eventual deceso del actual jefe de gobierno.
Y es acá donde volvemos a preguntarnos sobre los proyectos que dicen oponerse.
Frente a todo el panorama al que nos encontramos, quizás estemos frente a momentos en que las conquistas que desde el pueblo supimos conseguir en estos años deban ser defendidas férreamente por todos y todas, pero no bajo el ala de algunos de los sectores en disputa, sino más bien desde, por y para nosotros mismos que somos los protagonistas reales del conflicto social.
No queremos golpes de estados, pero para eso necesitamos democracias verdaderas que no disfracen nuestras circunstancias de vida, sino otras donde las condiciones sean iguales para todos. Y sobretodo democracias que no restrinjan la participación del pueblo en lo que se refiere a las tomas de decisiones.
Y también no olvidar que una vez más la bestialidad de los poderosos dejó esta vez un saldo de 13 muertes en Ecuador.
Otros 13 compañeros muertos en las calles.
Otra vez y como siempre ha sido hasta ahora, mientras los que siempre han estado arriba se disputan el trono, los muertos los pone el pueblo.
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